lunes, 8 de noviembre de 2010

LAS ACTITUDES Y LOS VALORES EN LA VIDA DIARIA....

Los valores y la riqueza del ser humano no los estudiamos en el deber-ser, sino en el cómo ser. La mayoría de nosotros, aunque con mucho caos y confusión, coincidimos en que, si por ejemplo, somos familia, queremos armonia conyugal; hijos positivos, alegres, contentos, responsables, confiables, triunfadores, veraces. Por el contrario, no queremos hijos flojos, sin sentido, perezosos, promiscuos, drogadictos, borrachos; en el fin, coincidimos en el debe ser, pero muchas veces, nos falta el cómo.

Ese cómo empieza con un diagnóstico personal de valores, porque todos queremos lograr cosas valiosas, pero, a veces, no sabemos cómo.

Este diagnóstico sirve para niños, jóvenes, adultos, ancianos; para respondernos qué valores tengo y cómo lo estoy fomentando y cómo los tengo que atender para crecer en cada uno de ellos.

Es importante resaltar que nosotros tenemos que comprometernos con el cómo, que siempre es apasionante, nunca excluye otros cómos, nos da la luz que necesitamos y un estilo personal de vivir.

Todos queremos los valores, y las ganas de cambiar, pero esta necesidad, esta conciencia está por así decirlo, como en un armario, en el cual no hay cajones, entrepaños, ganchos, tubos, pero sabemos que éste tiene mucha ropa, hay muchas cosas que acomodar dentro y así el cómo es dar el primer paso que es diagnosticar, reconocer en qué parte de mi vida se está pidiendo una mejora, un cambio específico para poder orientar toda mi energía y mi voluntad de cambio hacia ese algo específico, hacia esos dos o más puntos máximos que hemos descuidado, y que la vida nos está pidiendo dar un brinco, el comprometerme con un proceso de cambio.

Conviene aclarar que cuando uno se compromete a un cambio, una tentación recurrente es incentivar a la esposa o influir positivamente en los hijos para pedir un cambio, pero al tratar de motivar reciben un rechazo total, porque la otra persona o sea, su interlocutor se siente ofendido, invadido e incluso puede decir: ¿Qué estas diciendo? ¿Que yo no tengo valores intelectuales, estéticos, espirituales? ¿Qué soy un mediocre?. Este tipo de reacción es típica de una persona que tuvo en sus padres a personas que lo enseñaron a ser perfeccionistas y que no reconoce sus defectos.


EDUARDO GARZA CUELLAR